sábado, 12 de julio de 2008

Miniatura en Sol mayor

Han pasado más de cinco meses. Sigo aquí, en pie, con algunas cicatrices más, pero sigo vivo. Sin embargo y aunque su recuerdo parece lejano, mi corazón se siente aún cauterizado por los desastres del pasado. Parece como si aún no hubiera admitido su derrota ante su cometido y entendido las razones por las que todo pasa y por lo que debe seguir adelante.

Soy libre, sí, pero hay unos lazos imaginarios que en realidad no dejan de ser ataduras. Hay paz en mí, tranquilidad, al menos eso pienso. Me encuentro feliz con mis amigos, me siento pleno si se puede llamar así, centrad, en mis estudios y mi trabajo; pero aún así, parece como si una parte de mí ansiara liberarse. Es como la vivienda de un pajarillo que se encuentra en semicautividad.

Amor, eso siente mi alma. Pero más bien amor por mí mismo en primer lugar y también amor por aquellos que me rodean, literalmente; es decir, por esas personas que se encuentran tan cerca de uno y que son las columnas que soportan tu vida en los momentos en los que ya no puedes más. Al mismo tiempo, cauto, cauto por lo que me rodea. Parece como si por fin hubiera aprendido la lección, un sentimiento contradictorio, algo que resulta muy feliz, a la vez que tan doloroso. Parece como si las heridas hubieran cicatrizado, sí, pero al mismo tiempo esa cicatriz ha costado mucho su llegada, tan ansiada y tan esperada, que cuando ha llegado se recibe como una bendición, pero al mismo tiempo recuerda todo el largo camino recorrido.

¿Cuándo aparecerá la piel? Eso me pregunto muchas veces. Parece como si no fuera suficiente esta sensación de pseudo plenitud, parece como si siempre fuéramos inconformistas con lo que queremos. Maldito egoísmo humano. A veces me siento así, porque creo que lo pido todo, y todo a la vez, sin entender una parte que supone la verdadera esencia de la felicidad, la espera.

La gente lo llama ciclos, yo prefiero llamarlo proceso, puesto que de esa forma llego a comprender el perfecto plan, uno en el que no es posible correr ni es posible los saltos de etapas. Me agrada y me llena haber llegado a comprenderlo, que todo forma parte de un gran diseño, de un perfecto designio en el que cada cual está destinado a una serie de vivencias que le curten y le hacen convertirse en lo más primordial, en persona; y creo que esa es la mayor aspiración a la que deberían aferrarse todos.

Corazón y alma. ¿Llegarán algún día a encontrar su punto de equilibrio? ¿Llegarán algún día a poder comunicarse en pie de igualdad y cooperar juntos?

No he llegado, pero estoy en camino, y pienso seguir. El mundo no podrá detenerme, porque es un compromiso profundo que he contraído con mí mismo. Es un camino en el que sin arrasar con nada ni nadie, pienso motivar y arrastrar a cualquier persona que se preste a que le tiendan la mano.

Lo he entendido, al fin.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades, pues lo importante es llegar, y tu... has llegado.

Anónimo dijo...

mi felicitacion pablo¡¡ tu escrito es genial¡¡ veo que te superas cada vez mas¡¡ un abrazo¡¡¡ carlos de baena.