miércoles, 10 de diciembre de 2008

El momento más soñado

Hace tiempo que lo pensé, hace tiempo que lo sentí, hace tiempo que lo anhelé, hace tiempo que lo soñé.

Durante los casi veinticinco años que llevo viajando en este planeta he llegado a una conclusión: lo único que asegura la continuidad del viaje son los sueños.

Algunos de los grandes relacionan los sueños con la infancia, y en mi opinión no les falta razón, la infancia es el momento más adecuado para casi todo, hasta para adquirir nuestras peores fobias y frustraciones futuras, pero también soñar. No nos damos cuenta, al principio sólo soñamos con ese regalo de navidad, con esa fiesta de cumpleaños...

Sin darnos cuenta nuestro entorno nos condiciona para que soñemos con lo que queremos ser, y desde entonces ese sueño se convierte en el gran dilema de lo que resta esta etapa, y de la adolecencia.

En esta última estos sueños se tornan algo confusos, a veces contradictorios, pero el caso es que soñamos, y en algunos casos más que nunca. Para algunos es el momento de soñar con lo que van a trabajar, y una vez se encuentran ahí, sueñan con el fin de semana y con la chica con la que se van a estrenar. Otros sueñan con lo que van a estudiar, con su carrera, su porvenir... algunos incluso se atreven a pensar en grande y sueñan con triunfar. El caso es que no perdemos la capacidad de soñar.

Conforme avanzan la década de los veinte parece que es el momento en el que la realidad empieza a apoderarse de nosotros. ¡Vaya! ¡Soy adulto! y eso es una responsabilidad. Ser adulto parece el sueño de cualquier adolescente al pensar en todo aquello que le gustaría hacer y que no puede, pero la realidad es que una vez te encuentras ahí te das cuenta que no todo son ventajas.

Aún así algunos aún insisten, y sueñan con encontrar un trabajo, un trabajo que se amolde a sus expectativas, y, ¿por qué no? también algunos en el siglo XXI sueñan con un coche, una hipotéca, unos churumbeles... ¡en fin! ¡Qué agobio!

El caso es que incluso habiendo conseguido eso, algunos siguen sin encontrar verdadero sabor a la realización de todos estos sueños. ¿inconformismo? No lo sé, pero la realidad es que yo me considero entre esos. Aún no he conseguido una hipoteca, aún no tengo churumbeles, pero con todo lo que mi intrusión en este planeta me ha ido deparando me atrevería a pensar que incluso teniendo todo eso seguiría sintiendo la falta de nuevos sueños. ¡Qué agonia! ¿no?

Pues no, aún con todo, he aprendido a disfrutar de esos sueños, de pensarlos, de desearlos, de imaginarlos, de proyectarlos y en última instancia de verlos hechos realidad. Sueño y realidad, parecen contradictorios, pero en ocasiones encuentran la manera de aunarse el uno con la otra.

Ahora te sueño a ti, allá donde estés, a aquella persona que alguien en lo más alto tiene preparada para mí, alguien con el que creo que caminaré un largo tramo de mi viaje.

No tardes.